Entrevista al P.General Adolfo Nicolás SJ
El Padre General de la Compañía de Jesús, Adolfo Nicolás SJ.
¿Qué supone para la Compañía de Jesús, la elección de un Papa jesuita?
En este caso concreto, el tener un papa jesuita, claro, primero fue una sorpresa; una sorpresa inesperada. Siempre decíamos "un papa nunca será jesuita", porque nunca lo había sido. El elemento sorpresa pasó rápidamente y en el primer encuentro con el papa, de acuerdo con toda la Compañía, yo le hice un ofrecimiento de todos nuestros recursos, sobre todo recursos humanos, intelectuales, de consulta... porque claro, un papa se encuentra de repente con todo el mundo como responsabilidad y, por muy inteligente, por muy bien preparado que esté, no está preparado para eso.
Una cuestión que creo que todos los jesuitas del mundo están mirando con atención es qué hace la espiritualidad de San Ignacio en un papa. Y creo que se están viendo ya signos, hay un despego de las cosas que se ve en algunas afirmaciones del papa, por ejemplo, cuando el jueves santo habló a los sacerdotes y les dijo que el pastor tiene que oler como las ovejas. Es una gran imagen para hablar del sentido pastoral del pastor, sea obispo o sea sacerdote, pero luego en ese contexto también les dijo, "preparad bien las liturgias, pero por favor, no os apeguéis a los trapos".
¿Cómo va a poder vivir eso dentro de una institución con una tradición tan larga y tan seria como la Iglesia? Eso es algo que creo que los jesuitas tenemos mucho interés en ver, porque es un hombre muy bien preparado y muy profundamente familiarizado con la espiritualidad jesuita. Dentro lo tenemos muy claro: no ha cambiado nada. El papa es el que han elegido los cardenales entre ellos y creen que puede dirigir la iglesia y por tanto nosotros le obedecemos y colaboramos con él, con la misma intensidad con que obedecíamos a los papas anteriores.
¿Qué destacaría como rasgos fundamentales de los jesuitas hoy?
Estamos en tiempos donde los números se han reducido pero las instituciones no. El trabajo tampoco, más bien ha aumentado y va habiendo más jesuitas con tres o cuatro trabajos y claro, dan de sí todo lo que pueden, porque están bien preparados y a veces es gente inteligente, pero este no es el camino de la profundidad, no es el camino de la paz, que acompaña siempre a un trabajo profundo.
Yo diría, el silencio, el discernimiento, cosa que es muy ignaciana... San Ignacio puso como una práctica normal, más importante incluso que la oración, el examen, y dentro de eso la capacidad de reflexión. Creo que si los jesuitas perdemos capacidad de reflexión nuestro servicio empeorará por días. Es esa capacidad la que nos empuja a tomar decisiones, más allá de estar ocupado o no. Decisiones sobre si vale la pena estar tan ocupado.
¿Qué cree que puede ofrecer la espiritualidad ignaciana en el siglo XXI?
Una de las intuiciones que San Ignacio tiene es precisamente redescubrir el camino interior. Toda la espiritualidad ignaciana va a cómo ayudar a la humanidad a descubrir en su vida, no en rituales especiales, sino en su vida ordinaria, en sus relaciones con los demás, esta presencia de Dios, que no es solamente una presencia de contemplación, de quedarse con la boca abierta, sino una presencia activa, que nos va cambiando, que nos va ayudando a crecer, que nos ilumina, que nos dice por dónde ir. Si no cambian las personas, por mucho que se cambien los sistemas, vamos a seguir con injusticias, con opresión, con violencia, con todos los problemas que hemos cargado hasta ahora. La experiencia del s. XX creo que corrobora esta apreciación: los sistemas han cambiado, se han presentado sistemas alternativos, pero no se ha reducido ni la injusticia ni la violencia, al contrario, parece que han aumentado.
¿Qué papel juega la educación en la misión de la Compañía?
Yo diría que la educación desde el principio fue aceptada por San Ignacio mismo aunque no estaba en la fórmula original de la aprobación de la Compañía de Jesús, porque encaja perfectamente en el plan originario de San Ignacio. San Ignacio quería ayudar a la iglesia precisamente en un crecimiento interior, y en una transformación de la persona y de la sociedad eventualmente que fuera en la línea del evangelio.
La educación sigue siendo fundamental. Seguirá siendo una prioridad muy fuerte en la Compañía y la cuestión que tenemos siempre, es cómo mantener, no sólo la calidad académica sino la calidad humana y espiritual de un proceso de transformación que supone una transformación de la persona. Hay un esfuerzo, porque se está viendo que ésa es la necesidad. La necesidad de la gente es cómo crecer para poder contribuir a la sociedad. El que eso sea a través de un servicio a refugiados o a través de un colegio o de una parroquia, es en cierta manera secundario al hecho de que hay un proceso de crecimiento. Si no hay proceso de crecimiento algo fundamental de la espiritualidad ignaciana está fallando.
¿Le preocupa la escasez de vocaciones a la Compañía de Jesús?
Evidentemente me preocupa porque nuestro servicio necesita gente que ponga energía y entusiasmo en este servicio, pero soy más bien optimista. Europa pasa por una crisis, una crisis bastante profunda, crisis también de identidad y de espiritualidad si se quiere, pero va a encontrar su espíritu, su alma. Encontraremos más vocaciones y luego también espero que sepamos tomar esto como un reto, y un reto interior, que tenemos que cambiar la vida religiosa y cambiar la vida eclesial de alguna manera para que la gente con corazón pueda responder y decir "eso es lo que yo quiero".
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Los desafíos de la Humanidad
La sede de Cantoblanco (Universidad Pontificia Comillas) acogió la conferencia sobre 'La aportación de la universidad al Apostolado de la Compañía' del P. General. El rector, Julio Martínez SJ, introdujo el acto y comunicó que la universidad Comillas tiene un gran interés y trabaja en dos grandes retos de la compañía: la universalidad y la profundidad (Ver discurso en otros documentos), mención que agradó mucho al P. General.
En su conferencia el P. General concretó algunas peculiaridades que deben tener las instituciones universitarias jesuitas: El magis, la ambigüedad del éxito como norma (toda persona tiene que aprender cómo afrontar el fracaso); la creatividad como esencial al proyecto educativo y la espiritualidad ignaciana. Entre los retos a afrontar hoy en las universidades sj citó: la integración de la investigación, la formación y la educación; la interacción interpersonal; el reto de las nuevas tecnologías; la especialidad; el trabajo en redes y el trabajo en profundidad.
En el centro educativo Padre Piquer (La Ventilla) le esperaban más de 200 trabajadores y voluntarios de las obras sociales de la Compañía en Madrid (Entreculturas, Amoverse, Pueblos Unidos, San José María Rubio...), un público «convencido», como dijo Adolfo Nicolás, y por tanto, fácil. Inició su intervención afirmando que los desafíos jesuitas hoy, son los mismos que los de la Humanidad: saber cómo reducir el sufrimiento humano y cómo ayudar a la Humanidad a sufrir de una manera más positiva. Reiteró que «la opción por los pobres ha sido siempre, y sigue siendo, una preocupación en todo el trabajo de la Compañía» y señaló que los gestos del Papa Francisco habían dando visibilidad, no sólo como dirección sino como estilo,al trabajo de la Iglesia con los pobres. Por último señaló los retos proféticos en este campo: desvelar lo que está oculto; ofrecer una alternativa y dar energía para el cambio. Además reiteró que Europa necesita a África.