La educación, clave para la integración de las personas refugiadas en Chad

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La situación en el Chad es crítica: desde el inicio del conflicto de Darfur (Sudán) en 2003, cientos de miles de personas han cruzado la frontera para instalarse en el Este del Chad. En la actualidad, el país saheliano situado en el corazón del África Central alberga un total de 369.540 personas refugiadas. Más del 75% de ellas llevan en el país más de 10 años, por lo que las principales agencias humanitarias alertan de una posible cronificación de su situación. 

Chad también ha vivido recurrentes periodos de inestabilidad y conflictos internos, especialmente la guerra civil de 2008. Está clasificado como Estado frágil por parte de los organismos internacionales, y se sitúa entre los últimos puestos en la mayor parte de los índices que valoran aspectos vinculados con la gobernanza, la vulnerabilidad y el desarrollo humano. En términos de Índice de Desarrollo Humano, el país se sitúa en la cuarta posición por la cola del listado de países (posición 185 de 188).


En este contexto, todo apunta a que la población refugiada no podrá regresar a su país y será necesaria una mejor integración en Chad, así como una retirada progresiva de las principales agencias humanitarias. Esta posible cronificación de la situación de la población refugiada en los campos está motivada por el bloqueo en las negociaciones entre el poder sudanés y los rebeldes de Darfur y por la inestabilidad de la situación de seguridad en la zona.

Desde 2014, las agencias de Naciones Unidas, junto con el Gobierno chadiano, empezaron la implementación de un itinerario de transferencia de las escuelas al Sistema Educativo nacional. La meta es que, al finalizar, las escuelas de los campos impartan el currículum chadiano, el personal docente y directivo esté en condiciones de gestionar las escuelas, y los actores responsables de la educación en Chad hayan asumido estos centros educativos a su cargo.  A través de esta estrategia se pretende garantizar la integración de los niños y niñas sudaneses en el sistema educativo formal y abrir el acceso a niños y niñas chadianos de la región a las escuelas de los campos, pasando de un enfoque de ayuda humanitaria a uno de desarrollo. 

El proceso efectivo de transición escolar dio inicio en 2014, con diversas iniciativas en las cuales el Servicio Jesuita a Refugiados (JRS) ha tenido un papel clave. En total, existen 118.000 niños y niñas en edad escolar en los campos de refugiados sudaneses en el Este del Chad. Según Naciones Unidas, aproximadamente el 84% de ellos estarán afectados por esta transición curricular.

El JRS, que cuenta con más de 10 años de experiencia como uno de los principales actores de la zona, trabaja actualmente con el objetivo de garantizar el acceso a una educación de calidad y certificada para la integración de los refugiados sudaneses en el Este de Chad mediante un programa de atención educativa en cinco campos: Mile, Kounoungou, Touloum, Iridimi y Amnaback. En este proyecto, una de las iniciativas del JRS Chad que apoyamos desde Entreculturas, participan 31 escuelas de cinco campos de refugiados de la Región de Wadi Fira, una de las más empobrecidas del país. Wadi Fira se encuentra en la franja saheliana, en una zona desértica donde las condiciones atmosféricas son hostiles por la escasez de agua y las altas temperaturas. En dichas zonas el aislamiento respecto a los centros urbanos hace que la vida se desarrolle en condiciones de dependencia absoluta de los recursos procedentes de las agencias humanitarias, y las posibilidades de la autogeneración de recursos se vean muy limitadas.

Nuestra prioridad, dada la coyuntura actual, es que las escuelas de primaria y de secundaria de los cinco campos funcionen de manera autónoma y coordinada con las autoridades nacionales una vez las agencias humanitarias internacionales se hayan retirado de la zona. De esta manera se garantizará el acceso educativo de calidad a más de 20.000 niños y niñas. Por otro lado, 282 docentes y 31 directores recibirán una formación que les permitirá desempeñar mejor su trabajo, lo cual representa una oportunidad para mejorar su integración laboral y sus condiciones. 

El proceso de transición educativa se ha visto acompañado de múltiples dificultades. La inestabilidad política y los conflictos internos han afectado duramente a la infraestructura educativa del país y han agravado problemas como la escasez de docentes, el hacinamiento en las clases, las precarias condiciones higiénicas y la baja tasa de asistencia de niñas y jóvenes a la escuela. La tasa nacional de alfabetización llega sólo al 31,8% entre la población adulta, y la situación resulta aún más desoladora entre las mujeres, ya que apenas el 12,8% ha conseguido superar el analfabetismo. Por otro lado, las infraestructuras educativas son escasas y carecen de mantenimiento, a lo que se suma la escasez de manuales escolares que, en muchos casos, están ya obsoletos.

Además, las niñas enfrentan numerosas trabas para acceder a la educación relacionadas con ciertas prácticas culturales fuertemente arraigadas y discriminatorias –como la mutilación genital femenina–, lo que hace que el país ocupe el puesto 153 en el Índice de Desarrollo de Género. Por otra parte, solo un 28% del profesorado es femenino (a excepción del nivel preescolar, donde no se requiere cualificación especial y las maestras son en su mayoría madres). “Nuestra sociedad piensa que las hijas solo están para la reproducción, para cuidar de los niños en casa y hacerse cargo de las tareas domésticas. Esta visión infravalora a las mujeres, su imagen y su papel en la sociedad", dice Nafisa, una bibliotecaria del Centro Juvenil del JRS en el campamento de refugiados de Amnabak.

A todo ello hay que añadir que la crisis humanitaria de Darfur y del Este de Chad ya no representa una prioridad para las principales agencias humanitarias, lo que ha conllevado en los dos últimos años una reducción de los recursos puestos a disposición que ha afectado desde a la disminución de las raciones de alimentación repartidas entre la población, al presupuesto que se asignaba a JRS para el pago del personal docente de las escuelas. Este cambio de prioridades no se ha debido a una reducción de la crisis o un retorno de la población a su país de origen, ya que la situación es igual o incluso se va agravando con el tiempo, sino al repunte de otros conflictos que han conllevado la desviación de fondos a otras zonas como el lago Chad o los países afectados por la violencia de Boko Haram.

En Entreculturas, promovemos el acceso a la educación de las personas más desfavorecidas y en situaciones de emergencia. Únete para mejorar sus vidas.