"Las formaciones del JRS me permitieron caminar hacia mi sueño de ser independiente y autosuficiente"

  • Uganda

En Kampala, capital de Uganda, unos 100.000 desplazados viven como refugiados urbanos. La mayoría de solicitantes de asilo y refugiados que llegan a esta ciudad se encuentran en situación de indigencia: muchos se enfrentan a las barreras idiomáticas y carecen de medios para salir adelante. Una de las gestiones que realiza el Servicio Jesuita a Refugiados (JRS) para apoyar a estas personas es poner en marcha actividades sostenibles que les permitan valerse por sí mismas. Entre ellas se incluyen actividades de capacitación profesional (como moda y diseño, peluquería, artesanía, restauración y carpintería) para aplicarla en el mercado laboral, formación empresarial y acceso al capital y microcréditos.

"Los servicios que aproveché del JRS me ayudaron mucho. Las formaciones me permitieron caminar hacia mi sueño de ser independiente y autosuficiente. Antes de estas capacitaciones, tenía dudas e inseguridades sobre comenzar y mantener el negocio", explica Noella Kabale, de 25 años, refugiada de la República Democrática del Congo que, durante los últimos cinco años, ha asistido a cursos de inglés, moda y diseño, y capacitación empresarial. 

Junto con sus cuatro amigas, Noella aprovechó sus habilidades para crear redes, adquiridas a través del programa de gestión empresarial del JRS, para poner en marcha una organización comunitaria juvenil que prepara a refugiados y jóvenes vulnerables de la comunidad de acogida a desarrollar habilidades profesionales que les permitan mejorar sus medios de subsistencia. Noella es un ejemplo de una juventud refugiada cuyo compromiso y participación en la programación del JRS ha tenido un impacto no solo en sus vidas, sino también en las de quienes les rodean.
 
Mariana Morales, técnica de cooperación de Entreculturas, comenta que el apoyo de Entreculturas en este país ha sido una pieza importante en la implementación de la línea de talleres vocacionales: “ Se ha trabajado mucho con estos talleres en esta zona de África. Algunos de ellos duran un año y otros son de seis meses”, explica. “La idea es que cuando los beneficiarios terminan los talleres se les pueda conseguir prácticas en alguna empresa. Sin embargo, una de las mayores dificultades que encuentran es que casi todos los trabajos son informales, entonces no es tan sencillo que a los beneficiados los puedan contratar.”
 
Mariana, que ha viajado recientemente a Uganda, visitó la capital del país y también el proyecto de educación secundaria que el JRS desarrolla en Adjumani, donde acompaña y apoya a 5 de las 16 escuelas secundarias de la localidad, a la que han llegado muchas personas refugiadas de Sudán del Sur desde 2015. Ante el desborde de los servicios básicos de colegios y centros de salud, el proyecto del JRS se materializa en el apoyo a las infraestructuras (aulas suplementarias, bloques de letrina...) de los colegios, la entrega de material escolar, la formación a los profesores y el apoyo específico a niñas, entregándoles becas de estudio, ya que por diferentes motivos culturales y sociales (patriarcado, matrimonios forzosos, embarazos precoces o tareas domésticas) las chicas apenas representan el 20- 25% de los estudiantes de secundaria.