Violencia y educación en el Triángulo Norte Centroamericano
- El Salvador
Los Directores de Fe y Alegría Honduras y El Salvador alertan en su visita a España de la violencia extrema que asola a sus países y a Guatemala y exponen la respuesta que están desarrollando desde la educación. “Las personas, en Centroamérica, son víctimas de una violencia que se ha agudizado en los últimos años”. Así lo denunciaron en su visita a Entreculturas el pasado 12 de mayo Miguel Molina y Saúl León, directores de Fe y Alegría en Honduras y El Salvador respectivamente. Ambos nos hablaron del trabajo educativo que los equipos de Fe y Alegría, en colaboración con Entreculturas, como parte de la Federación, llevan ofreciendo desde hace años en estos países.
Las migraciones forzadas
La violencia genera migraciones forzadas tanto nacionales (desplazamiento interno) como internacionales, de personas y familias que huyen de las maras. Y no existe protección por parte del Estado. “Nuestros gobiernos no reconocen las migraciones masivas que se están produciendo en Centroamérica por la violencia. Al revés, presumen de lo que invierten en seguridad de la población. Se calcula que hay más de dos millones de salvadoreños en EE.UU”.
La droga
”Nuestros países son muy violentos. Las principales causas son el narcotráfico y la clase política”, expone Miguel Molina, director de Fe y Alegría Honduras. Los carteles nacionales se han asentado y controlan el paso de la droga por estos países, camino de EE.UU. Dichos carteles perciben ingresos en droga, que venden a su vez a los/as jóvenes, ocasionando lo que se conoce como el “narcomenudeo”. El narcomenudeo genera mucha violencia dirigida a obtener recursos para adquirir droga. Y junto al negocio de la droga, aparecen todo tipo de negocios para “lavar el dinero” procedente de la misma. Entre ellos, los de seguridad privada.
La violencia alrededor de la droga tiene rostro joven en Centroamérica. Las maras o pandillas han pasado de ser grupos juveniles a convertirse en el principal brazo de distribución de droga, extorsión a empresas, secuestros y asesinatos por encargo. Miles de jóvenes en nuestros países ni estudian, ni trabajan, lo que les convierte en personas muy vulnerables e influenciables.
La corrupción política
A la droga se une la crisis institucional de los tres poderes del Estado, ejecutivo, legislativo y judicial, corruptos y sin capacidad de lograr que funcione el país. Es notable la impunidad de las agresiones a defensores de Derechos Humanos, a activistas contra grandes empresas mineras o megaproyectos de desarrollo. El asesinato el 3 de marzo de 2016 de la defensora hondureña Berta Cáceres es un ejemplo. Un año después, su asesinato continúa impune y el proceso judicial avanza lentamente.
“Nuestro país ha vivido una guerra de 12 años. La violencia institucional y el autoritarismo, están muy arraigados en El Salvador”, declara Saúl León, Director de Fe y Alegría El Salvador. El gasto público social en vivienda, educación, sanidad, es muy bajo en estos países. Por ejemplo, “en El Salvador abundan las viviendas de 5x5 metros cuadrados, donde viven familias de 5 a 7 miembros. Eso se llama hacinamiento y en estas situaciones, la casa es la calle. Y en las calles hay muchos peligros”, denuncia.
Educación en contextos de violencia
Fe y Alegría centra en estos países su trabajo con los y las jóvenes, principales víctimas de la violencia y denuncia su criminalización por parte del Estado. Las principales estrategias que se están desarrollando son:
- Experiencias de construcción de tejido social desde lo local: formación política y ciudadana, abrir espacios locales a la participación de jóvenes desde la base. Promoción de nuevos liderazgos desde la base, desde los municipios.
- Prevención desde la educación: formación técnica e inserción laboral de jóvenes en situaciones de riesgo. Ofrecer alternativas a la opción de las maras y el mundo de las drogas, que es una salida fácil y rentable pero muy peligrosa. “Es todo un reto, la oferta de formación no es competitiva para muchos jóvenes de 15 a 17 años, que pueden ganar dinero fácil trasladando 'paquetitos' dentro del país”, dice Saúl. “En Honduras, hay 1.300.000 niños y adolescentes fuera del sistema educativo. La mayoría ingresan pero abandonan prematuramente”, asegura Miguel.
- La incidencia pública. Trabajar en red con instituciones no educativas para abordar problemas multicausales, para incidir en políticas públicas que protejan a las personas vulnerables.
- Un reto grande es conseguir abrir las escuelas al entorno, porque la reacción natural en contextos peligrosos es cerrar las puertas. Pero ambos reconocen que la escuela, cuando consigue abrirse a la comunidad, incide muy positivamente en la mejora del barrio.