Invirtiendo en el futuro: por qué la educación en situaciones de emergencia no puede esperar

La historia de Nora no es la única. Cuando tenía tres años, huyo de la violencia en Darfur, Sudán, con su familia y desde entonces vive en un campo de refugiados en el este del Chad. Que pudiera ir al colegio no era nada evidente para ella. Vendía galletas en el mercado para poder ayudar a su familia y, como ella, hay muchas otras niñas que tampoco están escolarizadas.

De hecho, 75 millones de niños, niñas y adolescentes entre 3 y 18 años han abandonado su educación por emergencias y crisis prolongadas. Según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), tan solo un 50% de las personas refugiadas o desplazadas internas están escolarizadas en la escuela primaria y un 25% en secundaria y son muy pocas las que cuentan con acceso a educación preescolar o a educación superior.

Angela Wells / JRS África del Este

Hoy y mañana, los líderes globales se reúnen en Estambul para inaugurar la Cumbre Humanitaria Mundial, en la que se lanzará una nueva iniciativa para movilizar el apoyo a la educación en situaciones de emergencia. «Education Cannot Wait», intentará transformar el sector de la educación global de los niños y niñas afectados por crisis centrándose específicamente en sus necesidades educacionales.

Nora, que ahora tiene 14 años, está matriculada en un colegio del Servicio Jesuita de Refugiados (JRS), una organización sin ánimo de lucro basada en la tradición Jesuita de educación de gente joven. JRS cuenta con programas educativos en más de 25 países y sirve a más de 110.000 refugiados y desplazados.

En su nuevo informe, «Providing Hope, Investing in the Future», JRS identifica una serie de barreras a las que se enfrentan las familias y los niños desplazados, entre ellas se encuentran la falta de situación legal, la falta de infraestructura y de material, el cambio de lengua o de programa educativo, la discriminación, las carencias de aprendizaje demás de aprender a lidiar con los efectos del trauma.

Para superar estas barreras, JRS lleva a cabo distintas estrategias como:

  • Involucración parental para asegurar el acceso a la educación y continuidad
  • Enfoque global que cubra las necesidades de todos los alumnos
  • Programas complementarios para padres y familias
  • Inversión en cursos de profesorado y educación superior
  • Énfasis en habilidades lingüísticas y recuperación escolar
  • Programas centrados en habilidades de la vida diaria y capacitación en liderazgo

Las inversiones anteriores en el progreso educativo están en peligro al enfrentarnos a un número récord de conflictos de larga duración que tienen como resultado el desplazamiento global. En este importante momento, el JRS pide que los donantes, los gobiernos y las comunidades humanitarias y de desarrollo tomen medidas. El acceso a la educación debe ser una prioridad en todas las etapas de la respuesta humanitaria con un enfoque en las transiciones eficaces para soluciones sostenibles a largo plazo, en particular para las crisis prolongadas.

Debemos aprovechar la plataforma «Education Cannot Wait» y otras oportunidades para hacer frente a la falta de acceso a la educación de las personas desplazadas a la fuerza. Los niños como Nora están esperando la oportunidad para ir a la escuela y labrarse un futuro a ellos mismos y a sus familias.

Giulia McPherson (Subdirectora de Políticas en el Servicio Jesuita a Refugiados/EE.UU.)