“Las clases online me han enseñado a valerme por mí misma”, Malak, refugiada siria en Líbano

  • Líbano

El repentino cambio a la educación online a consecuencia del Covid ha impactado a toda la comunidad educativa de los centros educativos del JRS en Líbano, nuestra organización socia, desde el profesorado al alumnado, pasando por los padres y madres. Ha sido un aprendizaje a varios niveles: el profesorado ha tenido que aprender a usar las nuevas tecnologías, llevado a cabo las clases a través del móvil, enviando vídeos y usando otras herramientas digitales; los alumnos y alumnas han cambiado las clases tradicionales por teléfonos móviles; y los padres y madres se han convertido en facilitadores de los procesos de aprendizaje de sus hijos e hijas.
 
Un esfuerzo conjunto para que el derecho a la educación se siga garantizando en tiempos de pandemia, sobre todo en la población más vulnerable como son lo más de 7 millones de niñas y niños refugiados que se han quedado sin escuela y sin su lugar de refugio Malak*, siria de 12 años en Líbano desde 2012, es una de ellos. Estudia 4º grado en la escuela pública en Jbeil (localidad a 30km de Beirut) y simultáneamente acude a la programa de apoyo escolar al Centro Nicolas Kluiters (NKC, por sus siglas en inglés), una iniciativa que tiene como objetivo apoyar al alumnado de colegios públicos en la enseñanza del idioma y en la realización de los deberes, para que puedan  mejorar su rendimiento académico. Antes del Covid, Malak asistía al NKC por la mañana y a la escuela pública por la tarde. Ahora, se ha adaptado rápidamente a la educación a distancia y “acude” diariamente de 8h a 11h - su horario habitual- a las clases online del  NKC  a través de WhatsApp.



 

“Para mí el aprendizaje online no es complicado. El temario se explica muy bien a través de los videos de WhatsApp, y si algo no queda claro, puedo preguntarlo”, asegura Malak. Aún así, a veces encuentra alguna dificultad, sobre todo, para hacer preguntas en el grupo de WhatsApp: “me da un poco de vergüenza”, reconoce, “puedo preguntarle al tutor/a en privado, pero es preferible hacer las preguntas en el grupo para que todos puedan beneficiarse de la respuesta". Malak mira los videos compartidos por sus tutores varias veces para comprender completamente la explicación, después realiza los ejercicios, los envía y recibe al cualificación al día siguiente.
 
La madre de Malak, Alaa, también ha tenido que adaptarse a las clases a distancia: ha equipado su hogar con wifi para que sus hijos pudieran comenzarlas. Malak y su hermano, Ahmad*, también en cuarto grado, tienen clases al mismo horario, pero con solo un teléfono móvil en casa, no queda más remedio que turnarse para poder “asistir” a clase. “Para mí, los primeros dos días de clases online fueron muy raros y estaba muy confundida, pero después se volvió normal y alenté a mis hijos a cumplir con el horario y enviar las tareas resueltas a tiempo", dice Alaa.
 
Y es que una de las cuestiones positivas de esta experiencia ha sido, precisamente, el compromiso de los padres y madres con la educación de su hijos/as. Se han responsabilizado y esforzado por crear un ambiente en casa que facilite el aprendizaje y se han asegurado de que sus hijas e hijos entienden y envían las tareas diarias.
 
Antes de que comenzaran las clases online, Alaa ayudaba a sus hijos con sus deberes, pero ahora también se encarga de explicar los ejercicios  o temario que no acaban de entender. "Me gusta esta experiencia porque estoy aprendiendo muchas cosas y refrescando mi memoria", además, añade otra de las ventajas:  “comunicarse con los tutores y tutoras es más fácil a través de WhatsApp. Puedo hacerlo en cualquier momento para verificar el rendimiento de mis hijos. Es un ahorro de tiempo, porque antes no había más opción que visitar la escuela”.
 


 

Malak se se desenvuelve perfectamente con las clases online, pero hay una cosa a la que no se acaba de acostumbrar: a estar lejos de sus tutores, tutoras y amistades. “Los tutores solían motivarme en clase y me felicitaban diciendo ‘bravo’; y mis amigos y amigas me aplaudían. Me sentía muy orgullosa de mí misma en esos momentos”, afirma.
 
Durante la cuarentena, ha aprovechado al máximo el tiempo para practicar dibujo, su pasatiempo preferido. "Dibujo todo lo que se me viene a la mente porque expresa lo que hay dentro de mí. Empecé a dibujar a los seis años”, afirma. Malak sueña con convertirse en piloto en el futuro y viajar por el mundo. “Las clases online me han enseñado a valerme por mí misma y que la educación se puede seguir independientemente de los obstáculos que enfrentamos en la vida”.
     
 
*Malak y Ahmad  son nombres ficticios usados para mantener su anonimato.

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